miércoles, 31 de octubre de 2007

Los pueblos de la costa de Guerrero

Mi tío Rolando es el mas divertido de todos los adultos que conozco, no hay un solo día que no salga con una “cuchilla” como el le llama a sus chanzas, luego nos cuenta unas anécdotas de tiempos arcaicos, salidas yo creo de su imaginación o de la falta de ella mas que de sus recuerdos, pero estas nos ponen los pelos de punta o nos hacen reír asegun el tema, no se puede saber nunca que es verdad y que es mentira cuando en medio de sus relatos nos muestra su sonrisa sardónica, en ocasiones a mitad del relato se torna serio y su voz tiene una frialdad de filo de navaja que cala los huesos, carraspea muy fuerte para darle sabor y pausa a los episodios y se desternilla de la risa otras cuando ha logrado asustarnos con sus cuentos, siempre disfruto o sufro sus ocurrencias hasta cuando viene con el “Cojomate” que así le llama a su fiel escudero rengo de una pierna y molacho, que con una guitarra de palo al ristre lo sigue en sus legendarias parrandas por el barrio de la Playa, no es raro verlos en la tarde salir de una cantina tambaleándose después de haber ingerido galones de cerveza helada, y caminar a contrapaso cantando las canciones de Jose Agustin Ramirez, los asiduos parroquianos del avispero lo llaman el “Chanza pesada” ya que sus bromas son rispidas, corrosivas, cáusticas y memorables, el “Cojomate” la neta no es muy de mi agrado ya que me asusta su boca desdentada y sus piernas flacas como otates para culebrina, una de ellas muerta, el aliento que despide cuando habla es un vaho penetrante y rancio cuyo aroma me transporta a pesadillas de terror y asco infinito, además el muy metiche siempre interviene en las anécdotas que nos cuenta mi tío, para hacerlas mas espeluznantes, o para arruinarlas según encaje. El cojomate saco el otro día que se iba de viaje a Cayaquito lugar donde vino al mundo, y mi tío le corrigió diciendo que seria a Cayuquito no a Cayaquito y no es cuchilla advirtió, es el nombre correcto, nadie le creímos pues ya lo conocemos, chancista y mitotero como doña Luz, entonces carraspeó profundo y empezó un relato con el clásico….Fíjense bien Muchachillos:
Los nombres de las poblaciones del estado de Guerrero son muy singulares, van de la sublime creatividad artística a el rotundo abandono de la imaginación, siempre ha sido un misterio indescifrable como se llego a este abismo entre los nombres de las poblaciones guerrerenses, desde que yo era un niño hasta mi avanzada edad por mas que me he resquebrajado la cabeza jamás he podido desenmarañar como fue que se decidió poner tales nombres a los poblados, claro hay algunos que no me causan conflicto al contrario los encuentro sonoros y adecuados como lo es por ejemplo, Azoyu (del náhuatl lugar donde el agua se convierte en lodo), Huehuetan (lugar donde abundan los ojetes, definición de los Juchitecos), Cuajincuilapa, (lugar de árboles torcidos), San Marcos, San Jerónimo, San Jeronimito (nombres de santos son tan socorridos en todo el mundo que pasan desapercibidos, San Jeronimito debe de ser un pueblo que aspira a ser como San Jerónimo), San Luís San pedro, San Luís la Loma, (estos santos siguieron el refrán; Entre Santo y Santo pared de cal y canto), nombres como las Salinas, las Tranquitas, la estación, Tierra Colorada, el Ocotito, describen el lugar al que se esta nombrando, son Toponimias, como las siguientes pero estas si de una belleza sin igual como Ometepec, (del náhuatl entre cerros) o Tlacoachistlahuaca (del náhuatl tlacuaches en la llanura), Olinala (junto a los terremotos) lo que en verdad me hacia desesperar era el imaginar como se había llegado a nombres como El treinta, (la madre de las toponimias ya que significa el kilómetro treinta de la carretera), el cuarenta, el cuarenta y cinco, Cayaco, Cayacal, Cayacalito, Coyuca, Coyuquilla, nombres que hablan de la pereza huevonez y falta de imaginación del guerrerense quienquiera que le haya puesto el dichoso nombre, en contraposición a lo artístico de los nombres dados a los pueblos antes de la erección del estado hace ya mas de ciento cincuenta años, un día que andaba yo en la costa grande un anciano nos contó el siguiente relato que trata de recrear la forma en que se llego a nombrar ciertos pueblos de nuestro estado, es producto de investigaciones mondas y lirondas, avalado por la universidad de la vida y basado en los estudios de postgrado en la cárcel de Acapulco, este anciano se llama Tata Pepe y me contó lo siguiente:
En la costa grande en el siglo antepasado cuando todavía no cabalgaba por las llanuras de Hacienda de Cabañas el general Tomas Gomez Cisneros, ni arribaba al puerto de Acapulco Benito Juárez con su raido frac negro, se reunieron cerca de un lodazal al pie de un río el consejo de ancianos que había de poner nombre a las poblaciones que surgieran en ese territori.

El primero en llegar fue el Zanca quien era un renegrido mulato de oficio curandero de edad incalculable conocido y temido en la región de Coahuayutla (del náhuatl donde hay árboles de Calabaza) por sus dotes adivinatorias y carácter de los mil demonios, de inmediato se instalo en su hamaca de vivos colores variados para esperar el arribo del resto del consejo, alrededor se levantaban hermosas Parotas, Ceibas, Amates, Cerezos, Truenos, Guamúchiles, Bocotes, Cuachalalates, Cojomates, Acacios y muchos mas árboles de la región que en aquel tiempo todavía no era invadida todavía por las palmeras de coco, los árboles de mango y marañona que llegarían por esas épocas en la nao de china que llegaba a Acapulco proveniente de las islas Filipinas a apoderarse del paisaje costeño, alrededor volaban Zanates, Tompiates, Chachalacas, Luises, Cucuchitas, y Zancudos.

La asistente de los ancianos encargados de nombrar los pueblos de la costa grande de nombre Rosa Cisneros mujer pequeña de rasgos finos y carácter fuerte le ofreció al Zanca una bebida refrescante a base de cacao llamada chilate, enseguida llego el León de Cuatan (del náhuatl donde caen los papayos) de oficio herrero hombre bragado curtido y correoso quien frisaba los 65 años y quien en su juventud había sido boxeador, las leyendas cuentan que derribaba los papayos a puñetazos, originario de la sierra de Cuatan mas allá de Tecpan, férreo ejemplar del mestizo costeño, se arremango los pantalones para evitar el lodo antes de treparse a su hamaca ribeteada con colores pastel, se saludo de manera efusiva con el Zanca quien se palapeaba en su hamaca, y procedió a recibir su chilate helado emprendiendo la platica con Rosa Cisneros concerniente al clima y los pormenores de su viaje desde la sierra de Cuatan, se quejo también de los calores tan horrendos que se suscitaban en este miserable mes canicular, enseguida llego el Buchon, ladrillero del pueblo de Rodesia (antiguo nombre de Zimbaue y Zambia, que por razón desconocida se dio a uno de los pueblos de la costa) de manos enormes y toscas y cabellos ensortijados quien acompleto la terna de ancianos, de la cual el consejo se componía, sin mas protocolos que montarse en su hamaca, palapearse y recibir su chilate, asi se inicio el nombramiento de los pueblos que habian de surgir a lo largo de la costa grande, aquí donde estamos dijo el León de Cuatan quien indiscutiblemente tenia autoridad sobre los otros, quizá por lo demoledor de sus puños, ponle Cayuco a este pueblo mujer, indudablemente se dirigía a Rosa Cisneros, ella tomo nota mentalmente pero al mandar a hacer el letrero pero se equivoco y este nombre aterrizo como Coyuca, este error involuntario de Rosa, provoco que poblaciones como Coyuquilla quedaran con ese nombre cuando la intención del León de Cuatan fue llamarlos Cayuco y Cayuquillo, todavía existe una controversia de que si Coyuca viene del Purepecha “despeñadero de águilas” del náhuatl o del nahuatl “lugar de coyotes”, ahora sabemos que fue por error que se le nombro de esa manera ya que el nombre escogido era Cayuco (Barco, Bote) , los ancianos meciéndose rítmicamente en sus hamacas empezaron a deliberar sobre los otros nombres que deberían de llevar las poblaciones aledañas, a la siguiente ponle Cayaco mujer, dijo el Zanca y a las que surjan por ahí deberás de ponerles Cayacal, Cayacalito y Cayaquillo, el Buchon meció la hamaca con fuerza para decir que se deberían nombrar los siguientes pueblos por el numero de leguas que los separaba de Cihuatlanejo o sea el Veinte, el Treinta, el Cuarenta, y así sucesivamente, esta sugerencia le pareció risible al León de Cuatan quien sin frenar su boca le asesto un: “Arajo primo estas entelerido de la cabeza” , ¿como vas a creer? Que se dirá en los tiempos por venir que los costeños no tuvimos ni siquiera la calicatecnia para darle nombres vistosos a nuestros pueblos? ¿Como va a ser? ¿El treinta? Se meció aun mas fuerte y sorbió el asiento de su chilate ruidosamente, pues si pues, tercio el Buchon este Zanca esta luido del cerebro, mejor pongámosle al próximo poblado Hamacatlan lo cual quiere decir en la hamaca al fin que ¿cuantos de nosotros no nos han hecho nuestros papaces en una hamaca como estas en las que nos mecemos y palapeamos?, date un barbazo mejor dijo el Zanca arrimándole una botella de mezcal al León de Cuatan, este de manera automática se zampo un trago grande y con voz modulada arguyo que la mayoría de los humanos que habitan estas tierras han sido concebidos en petate por esta simple razón el nombre del próximo poblado deberá de ser el Petatlan o sea en el petate, el silencio que siguió otorgo irremediablemente la razón al de Cuatan y así quedo asentando Petatlan en vez de Hamacatlan, pero surgió la voz del buchon quien considero que era el catre el mueble que mas había servido para esos menesteres en la costa por lo que el siguiente pueblo debería de llamarse Catretilan, el león de Cuatan carraspeo un par de veces y miro con ira a Rosa Cisneros, y Petatlan se llama el pueblo, así es como sucede en la costa grande.

Cuando dieron por terminada la lista de nombres de los pueblos la cual incluía, Bocotal, Tomatal, Ciruelar, Cuachalalatal, Amatal y otros que a la fecha no han aterrizado.

Este cuento nos lo contó mi tío ya en su avanzada edad con las quijadas casi tiesas, con grandes arrugas surcándole la cara, con el cojomate tres metros bajo tierra, sin embargo su chispa estaba intacta nunca supimos que era verdad ni que era mentira, la vida es un cuento nos dijo, el que lo cuenta quiso que tomáramos un camino, la verdad es algo que se construye, no algo sólido que ya esta hecho, cambia con el tiempo, es maleable pero antes que nada hay que saber muchachillos que puede ser divertida.

1 comentario:

Sandralucia dijo...

Que buena historia! me has hecho reir al imaginar a los tres viejos, hamaqueandose y pensando en esos nombres que pueden ser un poema o un rompedero de cabeza el solo pronunciarlo.
Felicidades!